Mariana
Cuando recorro el camino de entrada al pueblo de mi infancia, siempre espero encontrarla sentada en el poyo o charlando con sus vecinas. Sigo esperando oir su voz de terciopelo, su presencia amorosa y su bondad infinita. Creo que voy a llegar a aquella Moratalla llena de luz, de olores maravillosos, de atardeceres sublimes, de amores esperados. Aquel pueblecito encantado de conocerse, de aquellas gentes orgullosas y cerradas en su propia felicidad. ¡Ah...aquella felicidad! ¡Cuanta inocencia!...Ella era diosa indiscutible, virgen echa persona, santa...Nadie como yo puede juzgarla, nadie ha sido tan suyo como lo era yo. Ella, mi padre, nosotros...aquel mundo entregado a la alegría lleno de problemas que resolvían con delicadeza extrema. Ahora, despues de ocho meses que se fue, sigo esperando encontrarla en nuestra casa, en su cocina, en su terraza...a veces espero que se me aparezca y me abraze largamente, con aquel amor eterno que profesaba a sus hijos. ¡Cristobicas...Cristobicas...! Todavía me tiemblan las lágrimas cuando la recuerdo y no puedo aguantar que broten de mis ojos, heridos en lo más profundo. Si no lloré sangre cuando se murió es que no podía del dolor, ahora, hoy, lloro cuando veo sus últimas manos rodeadas por la mías....Jamás podré superar su muerte! Algo en mí se fue definitivamente. La vida, entretanto, me la sustentan mis hijos, mi mujer, mi padre y mis hermanos...¡jamás superaré la muerte de aquella madre que para mi era como ninguna! No doy crédito a que se haya ido, no hay día ni hora, ni minuto, ni segundo que no la añore; es una sed que se me aprieta en la garganta y estrangula mi alma. Es el dolor extremo y eterno de saber exactamente lo que se ha perdido. No hay cura para esta tempestad, el naufrágio está garantizado; los nubarrones, negros como lobos en la noche, dentellean mis esperanzas y las reducen a carnaza devorada. Es el fín de los tiempos, no hay nada que hacer ni restos a los que cogerse para no hundirse. No hay sol ni por la noche sale la luna, no hay amanecer ni atardecer; no hay amor, ni soledad, simplemente no hay. Un agujero negro ocupa el sitio antes ocupado por la ilusión y la ternura.
Cuando miro sus cosas me derrumbo, no puedo pronunciar un pensamiento, solo la locura me ampara. !Como la hecho de menos¡ Si esto sigue así será mi fin, no podré continuar sin ayuda. Ella era el horizonte azul, la estrella fugaz, el viento salvador, el madero al que coger la vida en este inmenso naufragio que es la existencia. Si hay dios nunca lo perdonaré. Si él ha hecho esto pido cadena perpétua para el. El sufrimiento que puedo atestiguar hará que lo condenen. Esto es inhumano y enloquecedor.
2 comentarios
elpalos -
jEsuSdA 8) -
Y, si como tú dices, hay un dios, seguro no tuvo madre, ni hermanos ni amigos, o no consentiría privarnos a nosotros de ellos...
Pero tienes que mirar adelante, y alrededor, que tienes mucha gente contigo que te apreciamos y con la que puedes contar. ;)
Ánimo, que como dicen en tu pueblo, más cura el tiempo que el Sol. ;)